Los apicultores españoles están sufriendo las consecuencias de la dispersión masiva e incontrolada de material genéticamente modificado en nuestro país.
Sevilla, 23 de enero de 2012. La Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos, COAG Andalucía, y la Plataforma Andalucía Libre de Transgénicos (PALT) rechazan frontalmente la petición realizada el pasado 28 de diciembre por la empresa Bayer CropScience para cultivar en España algodón genéticamente modificado GHB614 tolerante al glifosato, el principio activo del herbicida total Roundup®. Estas organizaciones esperan que dicha petición sea denegada, puesto que se trata de una opción innecesaria y peligrosa, que además supone un paso atrás y un obstáculo en el camino emprendido por el sector.
En ese sentido, COAG recuerda que los algodoneros españoles, siguiendo las demandas de la UE, han apostado por un cultivo más respetuoso con el medio ambiente. El algodón está manteniendo la actividad de las explotaciones en las zonas productoras, ante la falta de alternativas agrícolas viables. Los algodoneros están haciendo un gran esfuerzo para conseguir un manejo más eficiente y no necesitan un algodón que se pueda “bañar con un herbicida total. Desde 2006, alrededor del 80% de la superficie de algodón se realiza en producción integrada, con apoyo del programa agroambiental. Esto ha supuesto el abandono del acolchado plástico, una disminución del uso de agua (30%) y fertilizantes (40%) y una reducción importantísima en los tratamientos con plaguicidas y herbicidas. Todo esto se expone en un documento recientemente remitido por el sector a la Comisión Europea, en el que se explica además que la mejora del manejo contribuye a reducir tanto los costes de producción como el impacto ambiental del algodón, mejorando la polinización al favorecer la actividad de los insectos. Esta línea de trabajo también ha traído consigo la creación de empleo cualificado en el medio rural. A este respecto es significativo que Grecia, el principal productor de algodón de la UE, también rechace abiertamente los OGMs.
Los cultivos transgénicos no solucionan los problemas de los productores. Antes al contrario, contribuyen a crear otros problemas: caída de la renta, aparición de nuevas plagas, fortalecimiento de plagas secundarias, transferencia de la resistencia a herbicidas totales a las malas hierbas, destrucción de la biodiversidad con la creación de “desiertos verdes… A todo ello hay que sumar las pruebas, cada vez más claras, de los daños en la salud.
Por si esto fuera poco, la aprobación del algodón transgénico vendría a complicar aún más la situación de nuestros apicultores, que tienen bloqueado el 50% de su última cosecha tras la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de la UE (TSJUE) del 6 de septiembre de 2011, declarando no apta para su comercialización en la UE las mieles que contengan polen OGM. Desde entonces, la miel y el polen españoles están bajo sospecha.
Parece paradójico que mientras la administración alemana retira las mieles con polen transgénico de las estanterías de los supermercados y los consumidores alemanes rechazan masivamente el consumo de OGMs, las multinacionales como Bayer vienen a proponernos que cultivemos más transgénicos y sigamos dispersándolos por nuestros campos. Según datos del MARM, en España se cultivaron la pasada campaña cerca de 100.000 ha de maíz genéticamente modificado MON810, de la empresa Monsanto. Nuestro territorio acogió casi el 50 % de los ensayos con OGMs de la UE. El sector apícola español, el más importante de toda la UE, está sufriendo las consecuencias de esa dispersión masiva e incontrolada de material genéticamente modificado.
La presencia de polen OGM en las mieles viene a demostrar, una vez más, que la coexistencia es imposible. La normativa europea autoriza a los estados miembros a “tomar las medidas necesarias para evitar la presencia de OGMs en otros productos, incluyendo “la prohibición del cultivo de OGMs en amplios territorios. Dado que la libertad de producir transgénicos elimina la libertad de otros a producir sin transgénicos, el Estado Español puede y debe paralizar el cultivo de OGMs y apostar por unos campos llenos de vida y de futuro.
4 de enero, Ecologistas en Acción
La empresa Bayer pretende cultivar algodón transgénico en la UE
Ecologistas en Acción, la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) y la Plataforma Rural piden el rechazo inmediato a la solicitud de Bayer y la paralización de la contaminación transgénica y de la venta de sustancias tóxicas. Las falsas expectativas empresariales no justifican en ningún caso la extensión de cultivos probados como peligrosos y con graves impactos en la salud humana y el medio ambiente.
Es preciso recordar que Bayer produjo el MIC (isocianato de metilo), la terrible sustancia responsable entre otras catástrofes de la muerte de miles de personas en Bhopal (India) en 1984.
También recordar que en la India se han registrado decenas de miles de suicidios entre la población rural. Una de las causas principales ha sido el uso de semillas de algodón Bt modificadas genéticamente. Este cultivo necesita una gran cantidad de agua y de plaguicidas, para plagas que las variedades tradicionales no tenían o que se han hecho resistentes a la modificación genética. El algodón transgénico ha disminuido las cosechas y en consecuencia los campesinos no han podido devolver los préstamos a los bancos, que cobraban entre un 36% y un 100% de intereses. Como resultado, los pequeños agricultores se encuentran atrapados en un ciclo de deudas del que no pueden salir, lo que les lleva al suicidio consumiendo los plaguicidas con los que se han endeudado al comprarlos.
Distintas organizaciones, como la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) o Greenpeace, incluso informes de asesores de la Unión Europea en materia de biotecnología (como el de Gilles Eric Serallini) y muchos otros de las Asociaciones de Cámaras de Comercio y la Industria de India, de la Universidad Nacional Autónoma de México o de las universidades de Georgia, y Arkansas en los Estados Unidos de América (donde se calcula que el 85% del algodón cultivado es transgénico) concluyen que el algodón transgénico no supone mayores beneficios para los productores, sino todo lo contrario.
La empresa Bayer CropScience ha elegido a la Autoridad Competente española para presentar la solicitud de autorización para el cultivo del algodón modificado genéticamente GHB614, en la Unión Europea, de acuerdo con el Reglamento (CE) 1829/2003.
De acuerdo con este mismo Reglamento, cuando una Autoridad Competente nacional recibe una solicitud de este tipo debe informar sin demora a la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria, trámite que ya ha sido cumplido por parte de la Secretaría del Consejo Interministerial de OMG.
Bayer afirma que esta tecnología permite el uso del glifosato. Pero en los últimos años, están apareciendo multitud de hierbas resistentes al glifosato, lo cual está produciendo gravísimos problemas de manejo de los cultivos en EE UU y a la utilización de un mayor volumen de herbicidas, cada vez más agresivos y dañinos para el entorno.
La introducción de cultivos de algodón transgénico en Europa podría ocasionar más riesgos a la salud y al medio ambiente. Los cultivos transgénicos tienen graves impactos ambientales, porque generan una espiral de dependencia agrícola en productos tóxicos y dañinos para la vida silvestre.
Desde que se introdujeron los transgénicos en Europa, en el Estado español la sociedad civil se ha ido organizando en plataformas y grupos antitransgénicos en todos los territorios. Sindicatos agrarios, organizaciones ecologistas, grupos de consumo, padres y madres y otros grupos de afinidad hemos salido numerosas veces a las calles para denunciar la política del gobierno español en materia de transgénicos. La sociedad no quiere transgénicos ni alimentos contaminados o peligrosos.
Esta presión popular logró la retirada del mercado de los pesticidas más peligrosos de Bayer, que sigue desarrollando nuevos productos y negocios nocivos para la salud y el medioambiente. La empresa Bayer es criticada desde hace décadas por sus continuas prácticas contra la salud del medio ambiente y de las personas. Ya en 1912, Bayer fomentaba el consumo de heroína mediante anuncios en los periódicos, como “remedio contra la tos de fácil digestión, según nos recuerda la Coordinadora contra los peligros de Bayer , que desde 1983 vigila a Bayer y coordina actividades contra la violación de derechos humanos y medioambientales por parte de esta multinacional. La preocupante muerte de poblaciones de abejas en todo el mundo es probable que continúe ya que la compañía agroquímica alemana Bayer sigue fabricando y vendiendo plaguicidas neonicotinoides.
Recientemente, el Tribunal Permanente de los Pueblos de la Conferencia de las corporaciones agroquímicas transnacionales, denunciaba la complicidad de Bayer en la muerte de poblaciones de abejas en todo el mundo, un animal imprescindible en la agricultura y, por tanto, para la alimentación y supervivencia de los seres humanos en el planeta.