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Colza transgénica

Terra.es, 22-03-2005

Bayer: Colza transgénica supone una amenaza para la fauna silvestre, según estudio

El empleo de semillas transgénicas en la agricultura supone una amenaza para la fauna silvestre, según un estudio británico que ha durado tres años.El estudio, cuarto de una serie, indica que las cosechas transgénicas han causado daños importantes a las flores, las mariposas, las abejas y quizás también a ciertas aves canoras.

Los herbicidas ultrapotentes que esas semillas manipuladas son capaces de tolerar acelerarían la degradación del medio rural británico, ya fuertemente afectado por la agricultura intensiva.

David Gibbons, de la Sociedad Real para la Protección de la Aves, declaró al diario 'The Independent' que los herbicidas para proteger las cosechas de colza eliminan una serie de flores silvestres que constituyen una dieta importante de ciertos pájaros.

Los científicos que participaron en el estudio contaron menos abejas y mariposas en los campos cultivados con semillas de colza transgénica que en los cultivos normales.

La colza transgénica está manipulada para aumentar su resistencia a un potente herbicida capaz de matar las semillas no transgénicas, lo que significa que los agricultores pueden usar herbicidas de amplio espectro.

Según Christopher Polock, presidente del comité científico que supervisó el estudio, 'lo que puede ser bueno para el agricultor, no lo es muchas veces para las poblaciones naturales de plantas, insectos, aves y mariposas que comparten el mismo hábitat'.

El debate sobre las ventajas e inconvenientes de las cosechas transgénicas dura ya varios años en Gran Bretaña: en 1987 una patata se convirtió en la primera planta transgénica introducida en este país.

En 1997 se produjo un escándalo cuando se encontró soja transgénica en alimentos procesados que no llevaban, sin embargo, la advertencia correspondiente en la etiqueta.

En 1998, el propio heredero de la corona británica, el príncipe Carlos, se metió de lleno en el debate al afirmar que nunca produciría, consumiría ni serviría transgénicos a su familia o amigos.

Ese mismo año, el consejo asesor británico sobre la vida silvestre abogó por una moratoria en las cosechas transgénicas mientras se investigaban los efectos de los correspondientes herbicidas sobre la fauna silvestre.

En la primavera del año 2000 comenzaron los primeros ensayos con cosechas transgénicas y, tres años más tarde, un estudio llegó a la conclusión de que dos de cada tres cosechas de ese tipo perjudicaban al medio ambiente.

Pese a ello, en marzo de 2004, el Gobierno aprobó la plantación de la primera cosecha transgénica no experimental en el Reino Unido, un maíz conocido como 'Chardon LL', patentado por el consorcio alemán Bayer.

Sin embargo, sólo tres semanas más tarde, la propia Bayer retiró la solicitud que había presentado tras quejarse de la excesiva reglamentación del sector.

Desde entonces, la industria de las semillas transgénicas ha adoptado en el Reino Unido un papel más bien pasivo pese a que el propio primer ministro británico, Tony Blair, y algunos influyentes miembros de su Gobierno se muestran en privado favorables al sector.