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La sucia historia de IG Farben

6 de diciembre de 2003

La sucia historia de IG Farben

Entre 1933 y 1945 la explotación de los obreros alemanes voluntarios, forzados o esclavos y el monopolio químico tenía un nombre: IG Farben. Después de la derrota alemana las potencias victoriosas acabaron con el trust. Así nacieron BASF, Hoechst o Bayer, pero IG Farben siguio existiendo hasta ayer.

El pasado 9 de noviembre el antiguo consorcio IG Farben, una especie de INI o SEPI germana, se ha declarado insolvente, pero ese hecho no significa que vaya a desaparecer de forma inmediata: sus acciones siguen siendo objeto de especulación en los corros bursátiles.

La historia de la IG Farben se lee como el historial de un criminal. Fundada en 1925 por las mayores empresas alemanas de química, la IG Farben se convirtió en un importante actor en la política alemana de entreguerras. Fue el mayor agente financiero del partido nazi que lideraba Adolf Hitler. Cuando el "Führer" llegó al poder los grandes dirigentes de la IG Farben le aseguraron que habían solucionado el problema de la falta de petróleo: la fabricación de gasolina artificial.

Gracias a los ingenieros y técnicos de la IG Farben, Hitler pudo empezar su guerra por el "espacio vital" en Europa. Los estrategas del trust tenían pensando hacerse con los mercados siguiendo a la victoriosa "Wehrmacht". Facilitaron informaciones sensibles al Comando Supremo y colocaron a agentes en sus sucursales. En los campos de concentración se aprovecharon del "material humano". Las SS les alquilaron entre 50.000 y 400.000 obreros a un precio especial. La rama farmacéutica de la IG Farben pudo experimentar sus medicamentos en los presos. En los campos de exterminio el monopolio hizo realmente un muy buen negocio: a través de empresa Degesch vendió a las SS el gas Zyklon B que fue utilizado para matar a miles de personas de una manera industrial: eficaz, barato y más "limpio" que las ejecuciones. Las nefastas consecuencias de la aplicación de ese gas han llegado hasta nuestros días.

Ante este fondo no extraña que la cúpula de la IG Farben se sintiera en el banco de los acusados en uno de los procesos posteriores al de Nuremberg. Pero casi todos salieron absueltos o no tuvieron que cumplir la pena impuesta. A mediados de los 50 los grandes de la IG Farben se habían resocializado en las direcciones de Bayer, BASF y Hoechst, productos de la disolución del trust. Un tema oscuro siguen siendo las relaciones de la IG con empresas estadounidenses, las cuales no cesaron durante la guerra.

Otro misterio está vinculado al archivo de la empresa que desapareció en 1945 sin dejar huella alguna. En 1988 el servicio secreto de la RDA inició una operación para encontrar un "bunker" con el archivo. En vano. Hasta hoy en día no se sabe cuántas y qué firmas pertenecieron al entramado internacional de la IG.

Aunque la IG Farben fue desmantelada, no dejó de existir. En la bolsa se pueden comprar y vender sus acciones, que se han convertido en un objeto de especulación. La empresa, que oficialmente se halla en disolución, poseía innumerables inmuebles en la RDA y en otros lugares del continente. En un momento u otro la IG Farben podría haber resurgido como el fénix, con ello calcularon los aventureros financieros y se vieron afirmados tras la Caída del Muro y la anexión de la RDA a la Alemania occidental. Estas expectativas recibieron un fuerte revés, cuando a mediados de los 90 estalló de lleno el debate sobre la indemnización de los trabajadores forzados y esclavos. Los pocos supervivientes se van a quedar sin indemnización alguna porque la empresa se ha declarado insolvente y su fundación no ha recibido los 1,5 millones de euros, tal y como fue acordado en 1999 para ese objetivo.

La bancarrota ha tenido lugar porque no se realizó la venta de ciertos inmuebles. Actualmente la empresa debe 28 millones de euros a determinados bancos. El gerente de la Federación de los Accionistas Críticos, Henry Mathews, tiene sus dudas: "¿Por qué se renovaron a lo grande los inmuebles que ahora resultan invendibles?" Mathews ha observado también una extraña venta de acciones hasta las cuatro de la tarde del pasado día 9 de noviembre, hora cuando en la que se dio a conocer la insolvencia del consorcio IG Farben.

Pero su historia y la especulación siguen. El 16 de noviembre los accionistas de la IG Farben han decidido querellarse contra el banco suizo UBS, para exigir una indemnización de 2,2 mil millones de euros por la compra supuestamente ilegal de una empresa que formaba parte del antiguo trust germano.

Ingo Niebel